Fines o propósitos con la música. ¿Planeación o realidad?
Cuando la música es usada para propósitos de desarrollo social se requiere la intervención de otras áreas profesionales como la psicología, antropología, y sociología, que en verdad estén haciendo el equilibrio entre el uso de la música, su función y el fin perseguido a través de ella.
La música y la manera como la involucramos a los diferentes momentos de nuestra vida personal genera tendencias, formas de agruparnos y de identificarnos. Hay gran diversidad de usos de la música por todo lo que nos hemos permitido experimentar con ella en sí misma y a través de ella.
El especialista Alan P. Merriam en su trabajo “The Anthropology of Music” (1967) hace diferencia entre los usos de la música y sus funciones sociales. Dice que los “usos” de la música son las intenciones inmediatas para lo cual es interpretada, reproducida o escuchada mientras que las “funciones” de la música tienen que ver con algo mucho más profundo como lo es su capacidad de conectar a las personas en aspectos relacionados con lo estético, lo espiritual y lo emotivo. Es decir los significados que puede llegar a tener la música de acuerdo al uso que se le dé. Por ejemplo, lo que sucede con un himno.
Con la planeación y la formulación de proyectos de desarrollo sociocultural se le han ido incluyendo a la música funciones que en este escrito definiremos como los “fines o propósitos con la música”, en los que muchas veces se plantea utilizarla como medio para obtener un objetivo que se encuentra por fuera de ella misma.
“Música para la Reconciliación”, “Música para la Convivencia”, “Música para la protección de la niñez”, “Música para la Vida”, “Música para el alma”, “Música para el Optimismo” y otro tipo de fines son enunciados en programas latinoamericanos que además de invocar las funciones subjetivas de la música implican en la práctica unas acciones de otras disciplinas y unas sincronías con una serie de actividades y estrategias que por separado no lograrían cumplir el enunciado social de dichos proyectos.
Los enfoques de los proyectos de desarrollo, que involucran la música, corresponden a intenciones políticas o pretenden ser coherentes con los programas de donde provienen los recursos financieros. Pero luego de la obtención del presupuesto se debe enfrentar la responsabilidad de cumplirle a la sociedad con ese valor agregado que se le promete con la música.
Si una escuela de música hace parte de un propósito de desarrollo social debe resolver aspectos tales como el manual de convivencia, tener claro el público objetivo, definir un perfil de docente, un perfil de egresado. Se deben aclarar las actividades mediante las cuales se logre tanto el adiestramiento musical como la intencionalidad social con la que se compromete ante estudiantes y padres de familia. Todas las acciones deben responder coherentemente con el entorno local, con lo institucional y con otros espacios regionales del contexto.
Se hace necesario marchar con esas otras acciones que deben sembrar, germinar y establecer el propósito social en las comunidades, porque para lograr “fines o propósitos con la música” se requiriere la intervención de otras áreas profesionales como sociología, antropología, psicología, que estén sosteniendo el equilibrio entre el uso de la música, su función y el fin perseguido en la formulación del proyecto.
De otra manera llegaría el momento en que se notarían las intenciones escritas en papel como excusas no sostenibles para el desarrollo social, se agotarían las posibilidades de financiación y además se correría el riesgo de hacer quedar a la música como una mentirosa.