Oliva

Oliva
Oliva: El canto de la Memoria

En los años 30 Una joven empezó a usar pantalones para poder estar más cómoda en sus jornadas de trabajo; además en momentos de esparcimiento se atrevía a bailar con hombres; estas y otras cosas muy retadoras para la tradición conservadora de la época y por las que recibió apodos, insultos y castigos..

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Edad: 101 años.
Nacida en 1919, 4 de agosto

Al principio de la conversación con Oliva, cuando le preguntamos por su nombre completo, nos dijo que no le gusta que este se pronuncie completo en voz alta. Explica que, aunque tal vez sea solo un agüero suyo,  es mejor pasar desapercibida en la vida sin tener mucha resonancia en público y que así se evita la mala energía de las personas a las que por alguna razón no les simpatizamos.

Oliva ya no suele salir tan a menudo a la calle, le duele la cadera y las piernas al caminar. Cuando sale a pasear, nos dice que tiene que hacerse aplicar inyecciones para el dolor de cadera. Incluso en casa, utiliza un bastón para moverse entre el dormitorio, la sala y la cocina.

Tiene 103 años, esa longevidad se puede comparar con la de su abuelo, que vivió 120 años.

Prefiere escuchar las misas en casa a través de la radio. Necesita que los sacerdotes hablen muy cerca de los micrófonos para poder entender la emisión de la palabra de Dios. Su audición ya requiere que se le hable alto y claro.

Otra de sus preferencias o supersticiones con las que busca pasar desapercibida es no aparecer en las fotografías.

Oliva nos contó una anécdota sobre una fotografía que le hicieron con mucho cariño junto a una joven del pueblo. Esta foto fue mostrada en muchos lugares del país. Ella considera que desde que se tomó esa foto, ha tenido problemas de salud. Cree que las personas malintencionadas pueden dañar y afectar a la salud de alguien a través de una fotografía.

Recuerda que en su época no había cédulas de ciudadanía para las mujeres. No podían participar en política ni votar. Su fecha de nacimiento es el 4 de agosto de 1919, pero en la cédula dice que nació en 1923. Sobre esta confusión de fechas en un documento tan importante, Oliva nos cuenta que hubo una temporada en Colombia cuando se  expidieron cédulas de ciudadanía para que las mujeres participaran por primera vez en elecciones presidenciales de los años 50. Una amiga suya la ayudó con el trámite de la cédula y dio la fecha de nacimiento de Oliva equivocada.

Vive a dos cuadras del parque del pueblo; en la misma casa donde nació hace 101 años. La misma, donde nacieron Su madre y sus tres hermanos.

Ella fue la hija mayor

Esta casa fue hecha por la abuela de Oliva con su propio trabajo. La abuela de Oliva quería asegurarse de que a la familia no le faltara un techo propio.  La casa se hizo con paredes voluminosas de tierra pisada, unos muros de casi 50 centímetros de grosor.

Oliva nos cuenta que la firmeza de los muros es tan fuerte como la de un búnker militar, impenetrable a las balas.  Esta técnica de construcción se llama "tapia", que consiste en utilizar tierra para construir los muros.

La casa de Oliva fue reformada para construir un segundo piso encima. Cree que tras esta reforma al añadir columnas, la casa perdió espacio en la sala y en la habitación donde duerme. Recuerda que su dormitorio era tan grande que cabía un armario y tres gabinetes o escaparates.

Esta casa ha sido un hogar de paso de muchos campesinos. Ha servido de posada a mucha gente, que ha venido a pasar una noche o a vivir varios días. Nos cuenta que cuando la gente muere, se sienten señales en su casa, asombros. Ella opina que es la gratitud de las personas que han pasado por allí.

Recuerda que se fue a la vereda de El Piñal, cuando terminó la escuela primaria. Esa vereda está a orillas del río Porce. Desde esa temprana edad s e dedicó a acompañar el trabajo minero de su madre y su abuelo.

Recuerda una época del pueblo cuando los desplazamientos o viajes se hacían a pie porque no había carros ni carreteras. En el mejor de los casos, algunas personas podían viajar a caballo.

La técnica de minería utilizada en la zona del Piñal se denomina “oro corrido”, o aluvión. Oliva recuerda que los propietarios de estas excavaciones usaban tubos para conducir agua a presión con el uso de canaletas y motobombas. Esta presión se empleaba para lavar la tierra y hacerla correr con la ayuda del agua a través de un canal con dos salidas. Por un extremo salía el material para el trabajo de los hombres. Y, por el otro, salía el material sin piedras grandes para las mujeres.

Recuerda que había tantos trabajadores en este aluvión que llegó a ver hasta cien personas en esas brechas mineras.

Los dueños de estas excavaciones a veces tenían que transportar el agua con mangueras y tuberías hasta el lugar en el que tenían que usarla para erosionar el suelo en el que iban a trabajar.

No había horario, el trabajador minero podía llegar a la hora que quisiera y quedarse allí hasta la hora que quisiera.

El agua de esas mangueras se rociaba tan fuerte que pasaba por debajo y volaba por encima de la gente. Las personas estaban mojadas todo el día. Oliva cree que esa puede ser la causa de sus actuales dolores articulares.

Le gusta la música antigua de Carlos Gardel, Olimpo Cárdenas, los cuyos, Julio Jaramillo, Vicente Fernández. Siente que las letras de los cantos se van borrando de su memoria. Recuerda que le gustaba mucho cantar cuando tenía mejor salud, ahora no le es posible cantar porque el regulador de oxígeno ya le ha cansado mucho la garganta. Pero cuando tenía buena salud solía cantar las misas y el Vía Crucis durante la Semana Santa.

Oliva vivió en años en que no existía ni la música de la radio. Las notas musicales solo eran vividas con los intérpretes locales del tiple y la guitarra.

Recuerda que con su prima Eva Lina, cantaba hasta el amanecer; los viernes, sábados y domingos. Esta actividad era para amenizar las ventas y atraer clientes a la tienda improvisada del tío, en una ventana de una finca en la vereda Piedra Hermosa, a orillas del camino real. El tío vendía cerveza, aguardiente y mecato.

Recuerda a los músicos del barrio el camellón, "los mónicos", que tocaban música vieja para bailar. Vivía estos momentos de esparcimiento con gran alegría. Bailando mujer con mujer.

Recuerda haber viajado a Útica, un pueblo del centro del país, en Cundinamarca. Allí vio a la gente bailar entre hombres y mujeres, lo cual era muy novedoso porque en el pueblo natal de Oliva, Gómez Plata, en aquellos tiempos no estaba permitido que los hombres y las mujeres solteros bailaran. Solamente era posible que las mujeres bailaran entre ellas. En este viaje a Útica, Oliva aprendió el joropo, las vueltas y aprendió un poco de tango.

Cuando regresó al pueblo, con las habilidades de baile que había aprendido en su viaje, un hombre la sacó a bailar, la madre de Oliva los descubrió bailando, y la castigó severamente, porque no estaba bien visto que ella se saliera de las costumbres del pueblo de solo “bailar mujer con mujer”.

El castigo que le impuso su madre fue tan severo que incluso el castigo físico incluyó arrancarle parte del cabello. Después de esta sanción se devolvió a vivir a Útica con su hermana recién casada para ayudarla a criar a sus hijos.

Cuando Oliva necesitaba viajar para buscar mejores horizontes mineros, viajaba en los trenes de la región. Cuando no podía llegar al tren de pasajeros, tomaba el tren de carga que pasaba lleno de caballos y ganado. Para no perder el viaje, Oliva pedía que la llevaran en la locomotora junto al maquinista.

Viajaba a las poblaciones de Barrancabermeja, Bucaramanga y Cúcuta, siempre con una batea de madera que usaba para lavar arena y tierra para buscar oro durante el día y en las tardes iba a casas a lavar y planchar ropa.

En los fines de semana en el pueblo de Barrancabermeja, aprovechaba el tiempo para preparar comida para vender. Recuerda haber hecho empanadas, morcilla, chorizos.  Adquirió fama como "la Antioqueña" por el buen sabor de su sazón.

La receta de empanadas que utilizaba era con yuca cocida y molida. Con esta masa hacía arepas y luego le agregaba huevos.

Recuerda una receta de chicha de piña que conoció de los comerciantes en Barrancabermeja y nos la cuenta así:  En un bongo grande echan agua y panela y la ponen a fermentar con una calavera en el fondo. Así es, una calavera de una persona. Se considera que este agüero se utilizaba para tener buena suerte en las ventas. Oliva no tomaba ni este preparado ni los licores.

Recuerda con alegría la época en la que se dedicó a enseñar el catecismo a los niños del pueblo.

Su madre le decía que se casara y Oliva decía que no. Su madre suponía que Oliva se negaba a casarse para tener la libertad de bailar a escondidas, pero el motivo de Oliva era tener la libertad de seguir trabajando. Hasta que un día se casó, siguiendo los deseos de sus padres.

Se casó con un hombre rubio del pueblo de Santa Rosa, un mono alto y de ojos claros. Oliva lo recuerda y dice que tenía la misma expresión que uno de los cuadros del corazón de Jesús. Murió a los 97 años.

Su marido enfermó y ella trabajó para mantener a la familia al esposo y terminar de criar a los hijos

Oliva tuvo 23 hijos.

Recuerda que mientras ella salía sola de casa para ir a trabajar con su batea lavando tierra y arena en la quebrada, para conseguir para el mercado, su marido enfermo se quedaba solo en casa y los chicos del pueblo entraban a robar los aguacates y las naranjas…

Todos los hijos de Oliva aprendieron a lavar arena para sacar oro con la batea, a todos les tocó.

Algunos de ellos murieron, otros se fueron lejos al terminar la escuela primaria para buscar trabajo. Actualmente tiene seis hijos vivos.

Oliva tuvo un embarazo que terminó en un parto prematuro, debido a una fuerza que hizo mientras cargaba una pila de leña seca en su espalda, cuando solamente tenía seis meses y 13 días de embarazo.

Oliva nos cuenta que entre sus 23 hijos, uno de ellos tenía el don de ser zahorí.

¿Qué significa ser Zahorí?: Persona capaz de intuir cosas futuras o de percibir con facilidad lo que otras personas piensan o sienten.

El día del parto, el esposo de Oliva oyó una voz en su lugar de trabajo que le decía: "Papá, vete antes a casa, hoy voy a nacer, vete a acompañar a mi mamá".

El hijo con este don Nació el 16 de julio, y por eso le pusieron el nombre de Julio Martín.

El hijo zahorí anunciaba los acontecimientos antes de que sucedieran, como los saltos de las serpientes en los caminos, proponía nuevas estrategias para tener éxito en la pesca. Predijo las inundaciones del río, la muerte de los animales domésticos. Y todo esto, antes de cumplir los 5 años.

Todo lo que dijo resultó cierto, incluso los vecinos y las hermanas lo comprobaron.

Un día, sin conocer el terreno de las minas, el niño zahorí anunció qué barranco debía empezar a lavarse al día siguiente para encontrar directamente la veta de oro.

Oh mamá, dame un poco de zumo de limón, necesito zumo de limón, me siento mal... y buscaron por todas partes y no pudieron conseguir los limones y ese mismo día el niño murió a las 8 de la noche.

Murío a los 6 años y 20 días.

Fue el primer difunto sepultado en el cementerio nuevo del pueblo.

Oliva ha recibido la visita de sacerdotes en el contexto del acompañamiento de la parroquia a los ancianos del pueblo. Recuerda una conversación con el padre Yepes, en los años 50, en la que él al saber la historia del niño prodigio, la consolaba diciendo que la corta vida de Julio Martín, el niño Zahori, fue para aprender muchas cosas sobre las maravillas de Dios y de la naturaleza. Le dijo que no se podía saber si todo ese don del niño hubiera sido utilizado quizás para bien o para hacer muchas cosas malas.

Antes, las mujeres no podían vestir pantalones, tenía que ser con un vestido largo, con mangas largas y cuello alto.

Aprendió a coser haciendo ropa para sus muñecas. Usó esta habilidad para hacerse trajes para vestir en sus actividades de minería. Hizo pantalones cortos, camisas de manga larga y pañoletas

Porque le gustaba llevar pantalones le gritaban a veces “Marimacha”.

Lo que mejor hacía en su trabajo minero era manejar la batea, y evitaba el uso de herramientas para cavar en la tierra, como la barra o la pala. Por eso solía participar en las técnicas de extracción de oro corrido de aluvión, en las que la actividad principal es lavar la tierra.

Oliva opina que antes el oro era muy barato y el coste de la vida también. Ahora todo es muy costoso.

Antes, Con dos centavos compraba hasta 10 huevos

El medio de transporte terrestre del pueblo sucedía en un solo horario al día. En un vehículo llamado Chiva o Escalera. Este vehículo estaba adaptado sobre una base de camión y encima se incorporaba una construcción de madera que se parecía un poco a un vagón de tren, pero detalladamente decorado con muchos colores y figuras.

Los abuelos de Oliva eran africanos. Fueron esclavos que llegaron a Gómez Plata huyendo en la época cuando en Colombia se desarrollaban las batallas de Simón Bolívar en la campaña de la independencia contra el reino de España.

Los abuelos tenían marcas en la cadera con el número 58, otro llamado Maximiliano tenía la marca 76 y el abuelo Eduardo tenía el número 95. Las personas eran marcadas con fierros calientes, como las vacas,  para ser identificadas cuando se vendían entre diferentes amos. La marca en la piel negra de los abuelos se veía roja.

Oliva no le temía a las manifestaciones sobrenaturales o "espantos", como se les llama en la región.

Dice que las manifestaciones sobrenaturales existen, pero que antes de sentir miedo hay que asegurarse de que no se trate de malentendidos de los sentidos o de los pensamientos.

Oliva conoció el mito de la historia de María del Pardo, una española que quería conseguir todas las riquezas e invocó al diablo, quién se le apareció y le dijo: "Te sirvo, pero tienes que darme tu alma". Satanás apareció en forma de mula y transportó a María del Pardo a los lugares que ella quería.  En el puente del camino de la vereda el Pichón, al lado del puente hay unas piedras muy particulares. Una de ellas es amarilla y lisa y al otro lado del río hay una piedra café. Cuando era niña, Oliva tuvo la oportunidad de sentarse en esas piedras y en una de ellas se puede ver la huella grabada del pie de una persona. En la piedra del otro lado se ven las huellas de herradura de satanás. Oliva se sentaba en esas piedras desde pequeña y no le daba miedo esta historia que le contaba su abuelo.

El abuelo una vez estaba cavando arena y tierra, y Oliva lavó la tierra con la batea. Empezaron a darse cuenta de que había mucho oro, pero en un momento dado, mientras el abuelo estaba cavando, oyeron un rugido en la tierra y ésta se tragó la herramienta. No pudo sacar más. Su abuelo le explicó que seguramente María del Pardo influyó en este terreno y la leyenda dice que incluye la condición que quien saque algo de oro debe dejar una prenda o compensación para María del Pardo.

La cantidad de oro obtenido de este lavado, pesó siete libras y con parte del oro, el abuelo le regaló a Oliva un vestido para las fiestas de la Virgen del Carmen que se celebran el 16 de Julio.

En la vereda de El Encanto, a unos 10 minutos del pueblo, se escuchaba mágicamente cantar a las hijas de María del Pardo. Oliva trabajó en una casa de esta vereda y fue testigo de estas voces en medio de la noche. Los potreros se iluminaban mientras se escuchaban los cantos.

Oliva recuerda que cocinaban en ollas de barro, que existía la tradición de que las vasijas utilizadas para cocinar alimentos salados debían estar separadas de las vasijas en las que se cocinaban los alimentos dulces. También había en su casa una vasija de barro separada para cocinar la mazamorra que es una bebida simple hecha con maíz. Para esto se trituraba el maíz manualmente en casa,  en una piedra plana o en un recipiente hecho de tronco de árbol al que se le llama pilón.

Oliva todavía tiene piedras planas en su casa que se usan para “cascar” al maíz como ella dice al proceso de trituración para hacer la mazamorra.

Oliva también se dedicó a la actividad de doblar el tabaco para llevarlo a la venta. Se compraban las hojas de tabaco, se ponían a cocinar, luego se quitaban las venas de las hojas y se ponía todo a secar. Las venas secas de las hojas se trituran hasta que se convierten en partículas muy pequeñas, a las que Oliva llama "ripio". Esto se pone dentro del tabaco y con las hojas se envuelve y dobla bien para armar el tabaco y llevarlo a las tiendas.

Oliva también fabricaba sombreros con hojas de iraca. La hoja de iraca debe cocinarse para poderla trabajar.  Tras la cocción, las hojas se secaban a la sombra. Este método de secado ayudaba a evitar que el material se retorciera.

Oliva lavó la arena y la tierra con su batea hasta hace poco.

Se levantaba al amanecer en los lugares donde le daban alojamiento y se pasaba todo el día lavando arena, buscando oro en el río con su batea de madera. Pero el agua del río ya huele mal, está muy contaminada.

La empresa de energía le dio una cantidad de dinero a Oliva y a los mineros de la región para que no volvieran al río a lavar tierra, porque esto perjudicaba el nivel de sedimentos de la represa de la hidroeléctrica.

Los mineros recibieron una cantidad de dinero que con el tiempo se ha ido agotando y han querido volver a su actividad en el río. "El río ha sido el padre de toda la vida para los mineros de esa región, hay un llamado de tradición de los mineros para seguir viviendo de la minería artesanal"

Esto es “El canto de la memoria”, un proyecto sobre el patrimonio inmaterial de Gómez Plata, realizado por Laura Moreno Montoya y Luis Carlos Moreno Cardona para AulaMusical. Apoyado por el Ministerio de Cultura.